Eugenio Cipolat alias “el polaco” es un siniestro personaje que durante la dictadura se desempeño como Agente de Inteligencia del Batallón 601 del Ejército, y en la apertura democrática en 1983 llegó a Florencio Varela de la mano del Intendente Julio Carpinetti.
Este servicio de inteligencia no fue el único que llegó a nuestra ciudad, pero si fue uno de los más notorios por sus niveles de violencia.
Cuando el secuestrador Francisco Chicho Basile, junto a un grupo de concejales, logro la destitución de Carpinetti, fue herido de bala según consta en una filmación y Basile sostuvo que fue Cipolat quien lo baleo.
En los tiempos del menemismo, donde personas como el director de cine Fernando Pino Solanas fueron claves para contarle a la sociedad el saqueo que vivía el país, la violencia contra éstos estaba a la orden del día. Pino Solanas fue baleado por una persona “disfrazada de payaso”, y la investigación judicial demostró que era Cipolat quien portaba el traje de colores y lo acompañaba el “pino” Enciso, quien también era parte de las patotas de la dictadura.
Floreció Varela fue una ciudad donde antes, durante y después de la dictadura habitaron matones y servicios de inteligencia, sobre todo en el Partido Justicialista.
Con el ascenso de Julio Pereyra a la intendencia, Cipolat se dedicó a trabajar en una agencia de turismo durante un tiempo, donde participaba de viajes de egresados de estudiantes de colegios secundarios.
Quien lo rescata del ostracismo político, según él, en un gesto de caridad fue Dario “el colorado” D’aquino, secretario general del gremio de municipales y actual concejal pereyrista.
El polaco Cipolat era visto de modo continuo en el sindicato de municipales en numerosas asambleas de afiliados o en actos donde la Agrupación 8 de noviembre participaba.
La relación de protección del Partido Justicialista local con los agentes de inteligencia no empieza ni termina solo en el Polaco Cipolat, pero si es uno de los más notorios.
La ola kirchnerista obligó al PJ local a modificar su discurso y empezar a hacer homenajes a lxs militantes detenidxs desaparecidxs de la ciudad, pero a su vez siempre protegieron a los agentes de inteligencia, orgánicos o inorgánicos. De hecho, algunos fueron empleados municipales llegando a jubilarse como ‘el negro’ Peralta que al morir, incluso fue homenajeado.
El origen conservador del peronismo de Varela es una marca que está en su ADN POLITICO; en distintas etapas en concordancia con expresiones nacionales, surgen grupos que intentan que ese peronismo tenga un carácter popular pero, como el río, siempre vuelven a su cauce conservador. Y son muestra de ello personajes como
Chicho Basile, Luis Genoud, el negro Peralta, Eugenio Cipolat, Graciela Giattassio, los concejales que defendieron a Tino Rodríguez, Director del Instituto Santa Lucia que reivindicaba públicamente sus visitas al dictador Videla, y tambien podemos sumar a los de 30 jefes policiales que al jubilarse fueron fueron funcionarios municipales.
Un capítulo aparte merecen muchos militantes del peronismo que creen en la defensa de los derechos humanos, pero que guardan silencio o fingen demencia para seguir ‘la carrera política’ dónde pareciera que llega quien traga más sapos.
El último cumpleaños de Julio Pereyra es una muestra de que no les interesa la defensa de los derechos humanos ya que comían y bebían entre abrazos y sonrisas Carlos Kunkel, Dario D’aquino y Tony Suárez con el secuestrador Chicho Basile.
Proteger a Eugenio El Polaco Cipolat no es por desconocimiento, ni un error involuntario, es el modo en que conciben la política; el 24 de marzo recuerdan a las víctimas de la dictadura y el resto del año hacen negocios con el secuestrador Chicho Basile.
Cómo decía el humorista norteamericano Groucho Marx “estos son mis principios y si no les gustan tengo otros”.
Mientras tanto, el Polaco Cipolat sigue merodeando el peronismo local, no sea que lo precisen en algún momento.
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