En la década del `90 cuando el peronismo de Florencio Varela recibía a Carlos Menem como un héroe y apoyaban las políticas neoliberales, nacía un nuevo negocio ilegal en esta cuidad Bonaerense: las tosqueras.
Muchas zonas Varelenses son ricas en tosca, un elemento fundamental para realizar obras viales y de gran valor en el mercado. Una ordenanza municipal vigente en los ’90 permitía la extracción de tosca pero con minería de devolución: primero se habilitaba la extracción, después se extraía la tosca por sectores y se iba rellenando con materia orgánica bajo control estatal.
En esa misma época nacía una nueva caja de dinero ilegal para financiar la pomposa vida de Julio Pereyra, intendente municipal de ese entonces: la tosquera de Villa Hudson, un emblema del daño ambiental y de la muerte de pibes.
La empresa ASTOR S. A. era la cara visible de Antonio Scarpatto dueño de un corralón y propietario de un predio en Villa Hudson. Predio en el que comenzó a todo ritmo una excavación que mes a mes se fue transformando en un pozo de gigantes dimensiones y que lentamente se fue llenando de agua. Esta situación nos hizo preguntarnos nuevamente si el estado municipal realizaba los controles establecidos.
Jamás se cumplió el control necesario del municipio para evitar el tremendo daño ambiental ¿no veían que miles de camiones salían cargados de tosca?, ¿No veían que el pozo crecía de modo exponencial? El poder político lo veía pero la nueva caja ilegal para financiar la política les parecía, como siempre, más importante.
La tosquera fue clausurada a fines de los 90, luego falleció Scarpatto y el pozo de enormes dimensiones se transformó en una trampa mortal en los veranos siguientes. Según algunas estadísticas cerca de 30 personas fallecieron en la trampa mortal generada por la corrupción municipal y los responsables políticos, lejos de marcar responsabilidades llevaron adelante algunas tibias acciones para, supuestamente, cuidar a la población. Las acciones oficiales desde el municipio tuvieron que ver con poner alambrados, de vez en cuando guardias, carteles y campañas sobre el peligro de las tosqueras, pero sobre los funcionarios responsables no hubo ni un comentario.
Julio Pereyra máximo responsable de la tragedia, creo la Secretaria de Medio Ambiente con Beatriz Domingorena al frente, que rápidamente se transformó en una especialista en la temática ambiental.
Los familiares de las víctimas impulsaron acciones de visibilización ante la muerte de los pibes y allí, la CTA de los argentinos acompañaba a las familias y denuncia las consecuencias, pero también se olvidan de los responsables políticos. Quizás porque eran los momentos previos a que Julio Pereyra asumiera como su conductor político, momento desde el cual ya ni siquiera realizan homenajes a las víctimas aunque sea para aparentar.
Las tosqueras en Florencio Varela siguieron naciendo, pero ahora bajo el impulso del secuestrador Francisco Chicho Basile: dos sobre avenida Montovani (una de esos pozos se transformó en el lugar donde arrojan ramas aunque también basura domiciliaria), y la otra fue generosamente donada al municipio para crear el Loteo Social Villa Brown.
A esto podemos sumar una idea del concejal Armado Luli Ghio, quien en los `90 proponía que en una futura tosquera se podía realizar un confitería giratoria y cría de pejerrey, no solo son corruptos sino también delirantes.
Por estos días Chicho Basile, con la impunidad que lo caracteriza, inicio una nueva tosquera en su vieja casaquinta de barrio Paraná en medio del barrio.
Está fue demasiado y este último emprendimiento fue clausurado.
Julio Pereyra máximo responsable de las tosqueras da clases de como gobernar desde su Fundación Findel con sedes en Buenos Aires, Chile y España, mientras las familias de los pibes muertos siguen en medio de la tragedia pidiendo justicia y la CTA Varelense sigue pereyrista.
Una vez más la tragedia se cruza con la hipocresía y la perversión de la impresentable dirigencia política.
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