Agustín Ramírez era un joven militante cristiano comprometido con las familias sin techo y la situación de les jóvenes en los barrios populares.
En el tramo final de la dictadura cívico eclesiástica empresarial militar de 1976-1983, Agustín estaba acompañando y organizando a las familias sin techo que en muchos casos llegaban al conurbano luego de ser desalojadas por el avance de las autopistas en CABA. Ese proceso organizativo género una nueva forma de organización del territorio que fueron los asentamientos y las comisiones de delegados donde tuvo un rol importante junto a Agustín el sacerdote Raúl Berardo.
Agustín no solo acompañaba la lucha por la tierra, sino que también se preocupaba de la situación de les jóvenes y promovió una forma de encuentro que eran los “fogones” donde el espacio y las historias compartidas fortalecía la vida de esos jóvenes.
En 1982 Agustín Ramírez se negó a realizar el servicio militar obligatorio, siendo uno de los primeros objetores de conciencia.
La vuelta de la democracia en 1983 lo encuentra militando y creando junto a un grupo de jóvenes la Revista Latinoamérica Gaucha en la que contaban la realidad de los barrios populares y la juventud que transitaba por ellos.
En ese proceso barrial también funda junto a otres jóvenes el Equipo Social Latinoamérica Gaucha (ESLAGA) que fortalece la trama comunitaria.
El rol de liderazgo que Agustín fue adquiriendo, la activa participación de sectores cristianos de base, las comisiones de delegades en los nuevos asentamientos, el rol del Padre Raúl Berardo y el acompañamiento del recientemente designado obispo de Quilmes Jorge Novak generó que la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA) comenzara a espiar a este conjunto de luchadores y luchadoras populares.
La enorme documentación que acumuló la DIPBA sobre Agustín Ramírez demuestra el modo constante en que la inteligencia de la policía bonaerense tenía a Agustín en la mira. En ese seguimiento que comienza en la dictadura militar y continúa en democracia aparece un personaje siniestro miembro de la inteligencia de la bonaerense y vecino de Florencio Varela llamado Miguel Ángel Unamuno.
El rol del agente de inteligencia Miguel Ángel Unamuno fue central para construir un seguimiento de modo ilegal sobre Agustín Ramírez , como también sobre el Obispo Jorge Novak, el sacerdote Raúl Berardo y numerosos referentes barriales y organizaciones diversas.
La relación entre las organizaciones barriales y las inmobiliarias que se quedaban de modo ilegal con predios era cada vez más tensa, y también la caracterización que construía el agente de inteligencia Unamuno sobre Agustín Ramírez, el riesgo era inminente.
A fines de 1987 asumió la gobernación de Buenos Aires Antonio Cafiero, un peronista renovador que estaba decidido a impulsar una política de tierras que genere loteos sociales. Unos días antes los funcionarios policiales de la Comisaría de Rafael Calzada habían desalojado brutalmente una toma de tierras y Agustín los denunció penalmente.
El 5 de junio de 1988 Agustín se encontraba con mucha actividad en el asentamiento Caacupé y según un informe de inteligencia firmado por Miguel Unamuno en horas de la noche “Agustín Ramírez se encontraba en la casa de un NN apodado ‘Botita’ junto a otro joven, miraron la película Tiburón, comieron pizza y tomaron cerveza”, el seguimiento policial cerraba el cerco.
Según la investigación del caso Agustín Ramírez y su compañero Javier Sotelo fueron secuestrados en la intersección de las calles 891 y 823, se los encontró acribillados y con signos de torturas horas después en la esquina de 898 y 826.
Agustín Ramírez tenía 22 años, se había transformado en un referente importante y era parte de un grupo comprometido de jóvenes que habían incomodado a los responsables de los negocios inmobiliarios y a la policía involucrada en esos negocios.
Los informes de la inteligencia policial demuestran que Agustín Ramírez fue seguido durante años, que fue caracterizado como delincuente subversivo y que las fuerzas policiales asumen la responsabilidad del asesinato.
La investigación judicial determinó que el responsable del asesinato fue un ex policía federal con problemas mentales que cuidaba una chanchería por lo cual no fue condenado y se cerró la investigación.
El agente de inteligencia Miguel Ángel Unamuno sigue viviendo en Florencio Varela cobrando su jubilación como policía y con una activa vida social lo cual demuestra que la construcción de la impunidad goza de buena salud.
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