El partido de Florencio Varela responde a la suma de diferentes corrientes migratorias, de diversos países de Europa y Latinoamérica, pero, en especial, una de ellas dejó huellas y hoy no existen descendientes de la misma: nos referimos a la importante comunidad escocesa. Es muy común, incluso, que una de esas grandes huellas, la “Capilla Presbiteriana de St. John”; sea conocida como la “Capilla de los Ingleses”. Esto, además de inexacto, genera rechazo en el pueblo escocés por sobrados motivos históricos y políticos.
La política migratoria del Gobierno de Bernardino Rivadavia impulsaba la llegada de migrantes de Europa (con una clara preferencia por el mundo anglosajón, escocés, británico, galés e irlandés) a nuestra tierra.
Así, en 1825 zarpó de Escocia la Goleta Symmetry cargada de personas que huían de la pobreza y de los conflictos en busca de oportunidades. Llegaron a Buenos Aires para construir una Colonia Agrícola en Monte Grande (actual partido de Almirante Brown) impulsada por los hermanos Parish Robertson. Con el paso de los años, algunas familias escocesas se fueron afincando en la zona rural de nuestra ciudad que, por entonces, era parte del Partido de Quilmes.
En 1855 la activa comunidad escocesa, a la que se suman unos pocos ingleses y norteamericanos, crean la Iglesia de St. John para celebrar su culto protestante. Abarcaba no solo a las familias de nuestra zona rural sino también de Jepenner, Monte Grande y Quilmes. Dicha capilla se instala en la actual Ruta 53 en el “Paraje La Capilla”.
Este templo Presbiteriano, y las familias escocesas que lo conformaban, adquirieron gran importancia y en 1857 se radica de modo permanente el Pastor Escocés Francis Gebbie. Permanece hasta 1883, cuando es reemplazado por Lochlan Mc Neill hasta 1910 (año en el que ya la presencia escocesa empieza a disminuir). Finalmente, el lugar se cierra en 1953 y se vende la propiedad completa.
La colonia escocesa en la región fue de suma importancia junto a la que existía en Jepenner (Partido de Brandsen) y en Chascomús que, además de poseer una capilla, crea un cementerio propio para las tres comunidades debido a que los cementerios eran administrados por la iglesia católica.
Ahora bien, tal es la relevancia de los escoceses en nuestra ciudad que, a mediados del siglo XIX (cuando comienza un movimiento político y vecinal para crear el Partido de Florencio Varela y así lograr separarse de Quilmes), en el largo y cruzado proceso de discusión sobre la creación del Partido Varelense; se destacó un acaudalado escocés llamado Juan Davidson (nacido el 3 de octubre de 1842 en St. Martin’s Perthshire) que sería uno de los grandes opositores. Era un importante estanciero y había adquirido la “Estancia Santo Domingo” que se transformó en un gran actor social de la producción local. La fundación del Partido se logra, finalmente, el 30 De Enero 1891 cuando el Gobernador era Julio A. Costas, otro esencial propietario de tierras en el partido recientemente creado. Varela nacía y crecía con un amplio bagaje poblacional y sociocultural que incluía, de esta forma, la presencia comunitaria, religiosa y política de la comunidad escocesa que fue trascendental en los primeros años del Partido al punto de que Guillermo Davidson (hijo del protagónico Juan) se transformó en el primer intendente de Florencio Varela entre los años 1892- 1893 y nuevamente entre 1898- 1899.
No obstante, con el paso del tiempo, la próspera y activa colonia escocesa fue perdiendo presencia por la búsqueda de nuevos rumbos de muchos jóvenes miembros de la comunidad y por el fallecimiento de los fundadores de esos dominios.
A este proceso de pérdida de visibilidad se le suma que, lamentablemente, solo quedan las ruinas de dos edificios históricos escoceses, lo cual demuestra el nulo interés de los sucesivos gobiernos por preservar el patrimonio cultural de nuestra ciudad, que son: “La Capilla de St. John” y la “Estancia Santo Domingo”. Sin ir más lejos, a pesar de los trabajos que conllevaron y representan enormes esfuerzos de parte de la Periodista e Historiadora Graciela Linari y de Analía Fariña que (desde numerosas investigaciones) permiten reconstruir la rica y diversa historia local; no se respetó la preservación de estos sitios ni lo valioso que es mantener “vigente” esta parte importante de nuestra historia local.
Queda, entonces, preguntarse nostálgicamente ¿cuál hubiera sido la influencia de la activa comunidad escocesa de nuestra ciudad si no se hubieran dispersado en busca de nuevos rumbos? y ¿por qué, más allá de eso, no somos capaces de reivindicar y resguardar aquellas influencias, y aportes culturales, de las comunidades que forman parte de nuestra evolución como pueblo varelense?
¡Solo asistimos a ver como nuestros patrimonios históricos locales son destruidos por el paso del tiempo y la falta de cuidados municipales mientras que un puñado de ex gobernantes (así como actuales) viajan a Europa a admirar la historia que en su ciudad no les interesó ni les interesa cuidar!
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