LOS ACUERDOS ENTRE EL “ORDEN CONSERVADOR” Y SECTORES DEL PERONISMO DE FLORENCIO VARELA PARA OCULTAR A LOS DESAPARECEDORES Y CÓMPLICES DE LA ÚLTIMA DICTADURA (1976 – 1983)

Para comenzar el análisis debemos definir que entendemos por un Orden Conservador. Éste es un proceso político y social que entiende que los gobiernos deben defender determinados valores y sostener un orden social y económico específico y que les es afín

En Florencio Varela, la clase dominante local sostuvo desde, 1891 hasta 1983, una enorme influencia, sobre todo, en los gobiernos fraudulentos y los originados en golpe militares.

El crecimiento poblacional de la ciudad a partir de la década del ’60, y la llegada de nuevas ideas políticas que ponían en crisis el sistema de valores local, derivó en la brutal represión desatada entre 1976– 1983. Más de 100 personas fueron secuestradas, detenidas y desaparecidas, hubo decenas de exiliados internos o que se fueron del país. Lxs sobrevivientes de los Centros Clandestinos de Detención fueron muchxs también y, como contrapartida, “ni un miembro de las fuerzas de seguridad fue asesinado en nuestra ciudad”. Por eso no cabe ninguna, pero ninguna duda, de que se trató de un Genocidio.

La vuelta a la democracia, el 10 de diciembre de 1983, genera un cambio en el panorama político de nuestra ciudad varelense, a partir de allí comienza la hegemonía del peronismo.

Así pues, el 10 de diciembre se 1983 asume Julio Carpinetti y se inicia una etapa de “negación de lo sucedido en la dictadura cívico militar eclesiástica empresarial en nuestra ciudad”. Personajes como el propio Carpinetti, Francisco “Chicho” Basile y Graciela Giannettasio hegemonizan al Gobierno Municipal.

Así fue que, durante los primeros años democráticos, Julio Carpinetti niega la existencia de cuerpos enterrados como NN en el Cementerio Local y deambulan por el gobierno diversos agentes de inteligencia de la última dictadura, además, no se realizan homenajes a las víctimas del Terrorismo de Estado.

El gobierno de Carpinetti mantiene una distancia importante de las familias del Orden Conservador durante los primeros cuatro años de gobierno hasta que en 1987 el Rector del Instituto Santa Lucía, Modesto Evaristo Rodríguez, decide visitar al Dictador Jorge Rafael Videla que estabapreso en la Base Militar de Magdalena. Algo que, claramente, ocasiona el repudio de parte de la sociedad varelense. De esta forma, el Diputado Provincial Jorge Fava, concejales radicales y numerosos grupos de la Sociedad Civil impulsan declarar en el Concejo Deliberante “persona no grata” a Rodríguez.

Sin embargo, el Partido Justicialista (representado por Julio César Pereyra como Presidente del Concejo Deliberante) defiende a Modesto Evaristo “Tino” Rodríguez e impiden que sea declarado “persona no grata”. En ese instante, comienza la etapa de acercamiento entre el Viejo Orden Conservador y el Peronismo local.

Esa defensa abierta a “Tino” Rodríguez (un confeso admirador de Videla y defensor de la dictadura, como lo demuestra su apoyo en una solicitada publicada en 1984 en el Diario Clarín) era el comienzo de una nueva etapa política en la ciudad.

Así las cosas, en 1992, Julio Pereyra llegará a la intendencia de la mano de Luis Esteban Genoud (el nuevo Jefe del Viejo Orden Conservador que, además, “se decía peronista”). En este período (hasta la llegada de Néstor Kirchner en el 2003) nunca se realizan homenajes a las víctimas del Terrorismo de Estado y mucho menos se menciona a los represores.

El propio Julio Pereyra va a admitir años después, en una reunión con familiares de detenidos desaparecidos, que “recién conoció el tema de los desaparecidos cuando Néstor Kirchner llegó al gobierno”. Durante 11 años de Pereyrismo las víctimas del terrorismo volvieron a desaparecer, pero está vez de la historia local por alguien que “absurdamente” decía que “no sabía del tema”.

El oportunismo de Julio Pereyra, que había sido fervoroso menemista y duhaldista, lo llevó a abrazar con fervor, en ese aquí y ahora, al Kirchnerismo. No obstante, tenía la enorme disyuntiva de serlo “de la boca para afuera” porque, a nivel local, no podía dejar de sostener el pacto con el Orden Conservador del que hablamos.

Entonces, Julio Pereyra decide que en Florencio Varela se impulsaran, en los 2000, homenajes a las víctimas del Terrorismo de Estado, pero no dirá una sola palabra (o más bien fingirá una perversa demencia) sobre las decenas de Agentes de Inteligencia y Civiles que colaboraron con el Genocidio en Florencio Varela.

Esa idea de hablar de desaparecidos, realizar homenajes, colocar placas, pero ocultar quiénes fueron lxs responsables, o sea, lxs desaparecedores, entregadores, secuestradores y cómplices; se transformó en una Política de Estado que era parte del ACUERDO del “supuesto” PERONISMO y las FAMILIAS DEL ORDEN CONSERVADOR que ahora “admiraban de repente” a Julio Pereyra (a quién, en un principio, detestaban por no considerarlo de su “clase”).

Esa particular “Política de Memoria” que aplauden negacionistas locales se profundiza con la llegada de Andrés Watson a la intendencia que, a su vez, homenajea a intendentes de la Década Infame como Félix Rodríguez o al intendente de la Revolución Fusiladora, Antonio  Bengoechea. A las claras vemos con esto que “el sistema se perfecciona” y, hoy, el Viejo Orden Conservador tiene “un intendente propio”.

Esta “Política de Memoria” que se intenta imponer es la muestra más clara de la doble moral del Gobierno Municipal, que unos días antes del último 24 de marzo impulsa que se declare “Ciudadano Ilustre” a Luis Genoud (traidor de sus compañerxs peronistas a quiénes, según sobradas pruebas y testimonios de familiares de detenidxs desaparecidxs, él entregó. Es decir, un indudable cómplice de la dictadura) para, unos días después, abrazarse a las Madres de Plaza de Mayo. Insistimos, una doble moral escandalosa.

Pero, para que todo esto suceda, por supuesto, ellos han “construido” una “manada” de personajes que aplauden esa doble moral escandalosa, aquellos que conviven con ello y lo hacen por conveniencia política, es decir, los que están de acuerdo con ocultar a los represores; más una gran cantidad de personas “a sueldo” que, a la vez, desconocen (o eligen desconocer) la historia.

Cómo todo proceso político construido en base a mentiras y ocultamiento de los hechos históricos, el triunfo estará en que será arrollado por el peso de la historia, muy pronto.

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