LA POLÍTICA DE DERECHOS HUMANOS DEL MUNICIPIO ES UNA TRAICIÓN A LA MEMORIA Y A LAS VÍCTIMAS

El Partido Justicialista (PJ) local pasó por diferentes etapas, fueron cafieristas, menemistas, duhaldistas, delasotistas y finalmente kirchneristas, pero la política de derechos humanos con respecto a la dictadura siempre tuvo una doble moral.
Con la vuelta a la democracia en 1983 el PJ local tuvo una contienda interna entre Luis Genoud, ex policía y colaborador de la dictadura, y José “León” González, ex obrero de Peugeot y colaborador de la derecha peronista siendo este último el ganador.
Mientras la democracia despertaba del horror de la dictadura el PJ local se dividía entre dos personajes de oscuro pasado, pero finalmente el candidato para esas elecciones fue Julio Alberto Carpinetti un carismático platense con un supuesto pasado de lucha contra la dictadura.
Cuando asumió de intendente el 10 de diciembre de 1983 designó de Secretario de Gobierno a Francisco “Chicho” Basile, un personaje públicamente vinculado a las bandas de ultraderecha de nuestra ciudad y de Subsecretaria de Gobierno a Graciela Giannettasio ex directora de Asuntos Legales del municipio de Lomas de Zamora en tiempos de Eduardo Duhalde.
A pocos días de la vuelta a la democracia el Concejal Oscar Bagliani, quien además era bombero, hizo público que en el cementerio municipal se enterraron como NN más de 20 cuerpos mutilados, lo cual según consta en numerosos diarios de la época Carpinetti negó enfáticamente a pesar del testimonio directo del ex bombero y la documentación que respaldaba dicha denuncia.
Aunque negó la existencia de esas inhumaciones el entonces intendente conformó una comisión investigadora a cargo de Basile y Gianettassio para determinar la existencia o no de los NN en el cementerio la cual nunca funcionó. Nada de esto sorprende considerando que tanto Carpinetti como Basile fueron denunciados en los Juicios por la Verdad por su participación en la dictadura militar. Las declaraciones y acciones llevadas adelante no fueron errores, sino que fueron la decisión política fue encubrir.
Los primeros años de Carpinetti no estuvieron marcados por actividades públicas donde se haya trabajado en construir la memoria local del periodo 1976-1983 pero se daba la paradoja de que convivían en la gestión funcionarios víctimas de la dictadura con personajes partícipes de la misma, una canallada.
En los ‘90 con la llegada de Julio Pereyra el PJ vivía el fervor menemista donde no había lugar para discusiones sobre cosas tan anacrónicas como lo sucedido en la dictadura, eran tiempos de modernidad y neoliberalismo.
En ese menemismo local se consolidaba el poder de Julio Pereyra, Graciela Gianettassio, Carlos Kunkel y Luis Genoud, no había que mirar el pasado.
Nuestra ciudad vivió dos décadas donde no existió un solo homenaje institucional a las víctimas de la dictadura, solo empezaba un espacio de organizaciones sociales y el Obispado de Quilmes a intentar reconstruir lo sucedido.
Durante estas décadas no importó convivir con agentes de inteligencia como Eugenio Cipolat o el negro Peralta, colaboradores como Luis Genoud o secuestradores como Chicho Basile, la memoria sobre la dictadura no daba votos ni prestigio.
Cuando el PJ local pasó de ser menemista a kirchnerista el discurso cambió, tal cual lo sostuvo el Intendente Julio Pereyra ante familiares y miembros de la Comisión por la Memoria, la Verdad y la Justicia de nuestra ciudad “yo descubrí esto de los derechos humanos por Néstor”.
Sin dudas Julio Pereyra descubrió los derechos humanos porque convenía hablar del tema y estar a tono con la época, a partir de ahí la memoria histórica fue parte del discurso del poder.
Estos últimos 20 años en nuestra ciudad quedó al descubierto el doble discurso, por un lado, homenajes a los desaparecidos y desaparecidas locales; y por otro reparto de cargos y negocios políticos con personajes como Genoud, Basile, Gianettassio y matones de diversa trayectoria en la estructura municipal.
Parte de la parodia fue crear una Dirección de Derechos Humanos y poner a cargo a un personaje como Daniel “el Cuco” Ñañez quien lleva años en el cargo colaborando con el pacto de impunidad que protege a los colaboradores de la dictadura aliados de Julio Pereyra.
Cada 24 de marzo en la Dirección de Derechos Humanos se hace una vigilia donde depende las épocas políticas son los concurrentes, en ella se evita cuidadosamente mencionar al secuestrador y golpista Basile, o al colaborador de la dictadura y responsable como Ministro de Seguridad del asesinato de Maximiliano Kosteky y Darío Santillán, el poderoso Luis Genoud.
Se intentó instalar en nuestra ciudad una memoria histórica canalla donde militantes de diferentes épocas depende el momento plantan árboles, ponen placas y hacen encendidos discurso en los que juran vengar la sangre derramada haciendo un selectivo silencio respecto a los responsables de ese genocidio.
Pero como decía Juan Domingo Perón “la única verdad es la realidad”. Y la realidad es que en el último cumpleaños íntimo de Julio Pereyra los autopercibidos defensores de los derechos humanos Tony Suárez, Carlos Kunkel, Cristina Fioramonti, Arnaldo Medina y Dario Daquino compartieron anécdotas, risas y costosas bebidas con Francisco “Chicho” Basile, el secuestrador de la compañera enfermera del Hospital Boccuzzi Melva Campodónico.
A 40 años de democracia en nuestra ciudad un puñado de canallas usa la memoria histórica para acrecentar sus negocios políticos y económicos mientras otro puñado de militantes se hacen los giles esperando recibir las migas que caigan de la mesa.


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