Un docente fue despedido de una escuela privada de Ciudad Autónoma de Buenos Aires por incluir en el contenido de sus clases la “Carta abierta a la Junta Militar” de Rodolfo Walsh.
Aunque la Ley Nacional de Educación 26206 prescribe en los diseños curriculares el abordaje de los Derechos Humanos y los atropellos de la última dictadura cívico militar en el contexto de la historia argentina del siglo XX, esta semana se dio a conocer el despido del docente y antropólogo Matías Halpin del Colegio Saint Margaret´s School de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por tratar estos temas en un curso de esa institución.
A pocos meses de cumplirse 44 años del último Golpe cívico, eclesiástico y militar, parece una obviedad que la Carta Abierta del autor de Operación Masacre es un documento ineludible que radiografía a la perfección el primer año de la dictadura más sangrienta y asesina de nuestra historia, y que cualquier docente debería tener la posibilidad de abordarla sin ninguna privación ni censura.
Sin embargo, una vez más nos encontramos con personas que no sólo niegan el genocidio provocado por la Junta Militar que gobernó desde el 24 de marzo de 1976 hasta el comienzo de la democracia en 1983, sino que también dirigen instituciones educativas y les niegan a sus estudiantes el derecho a la información, como ocurrió en el Saint Margaret´s School.
A continuación reproducimos la carta que Matías escribió para explicar su situación, e invitamos a concentrar el viernes 27 de diciembre a las 12 frente al colegio ubicado en Sucre 3638 del Barrio de Belgrano, donde se realizará un acto en repudio este despido teñido de persecución ideológica.
Los hechos de la última dictadura cívico- eclesiástica- militar en Argentina ya fueron tapados por el grito permanente de “NUNCA MÁS”.
Adhesiones y más informacón: https://forms.gle/pB1fh1puXJP5TGcMA
A continuacion reproducimos el comunicado de Matías Halpin:
Persecución ideológica, maltrato y despido en el Saint Margaret’s School de Belgrano
Mi nombre es Matías Halpin, soy Antropólogo y profesor de nivel medio en distintas materias y colegios de Capital Federal, con 10 años de experiencia. Hasta hace unos días, trabajaba en la escuela Saint Margaret’s School de Belgrano, pero a lo largo de noviembre y los primeros días de diciembre, me tocó vivir una situación de hostigamiento que culminó en mi despido de la institución de manera arbitraria y un momento complicado del año, produciéndome perjuicios económicos y morales, violentando además las currículas vigentes y la memoria de nuestro pueblo. Previo a mi despido, mediante una serie de mails y reuniones, se me hicieron una serie de requerimientos que violan la libertad de cátedra, adornados con comentarios negacionistas no sólo del Terrorismo de Estado en Argentina, sino también del Holocausto del pueblo judío. Pretender que enseñe dichas perspectivas no sólo es poco ético, sino que va encontra de hechos probados científica y jurídicamente.
Los eventos se desataron a raíz de la proyección en la clase de Sociedad y Estado de 5to año de un documental basado en la Carta Abierta a la Junta Militar de Rodolfo Walsh, material ampliamente reconocido por su veracidad y potencialidad didáctica, y recomendado como insumo en números diseños curriculares promovidos por el Ministerio de Educación de la Nación. Mientras mirábamos el video con las alumnas y alumnos, la Directora General del Instituto,señora Verónica Greene, se ubicó para observarnos a través de la ventana de la puerta del aula con mirada inquisidora (aparentemente, había sido alertada por la Rectora de nivel medio, Soledad Vinardell, de la temática de la clase). En el momento no ingresó, quizás por notar el nivel de compenetración de los y las estudiantes con la clase. Sin embargo,al finalizar el recreo, Verónica Greene me estaba esperando en sala de profesores, y ni bien entré me preguntó qué estábamos mirando “que los estudiantes estaban tan concentrados”. Yo respondí con la verdad, pues no tenía nada que esconder (la temática de la clase está explicitada en la planificación presentada a principio de año). Al nombrar la carta de Rodolfo Walsh, la Directora General hizo una mueca e intentó minimizar la atención de los alumnos, contradiciendo su comentario anterior.
A la semana siguiente, el día previo a mi siguiente clase, recibí un mail de la rectora, donde manifestaba preocupación por mi planificación, me consultaba por las fuentes utilizadas, y me indicaba que en la escuela se pedía trabajar con “todas las perspectivas”. Mi respuesta consistió en enviarle los videos trabajados en esa clase, la anterior y la siguiente, fundamentar las cualidades de la Carta Abierta de Walsh, y aclarar que hay temas en que no se puede dar igual peso a las perspectivas, pues no se me podría pedir, por ejemplo, que presente una perspectiva que defienda al nazismo.
Al día siguiente en la escuela, me fue solicitado que me retire del aula donde me encontraba dando una clase de otra materia, para asistir en una reunión con ambas autoridades. En ella, no sólo se me infantilizó pretendiendo explicarme qué era la pluralidad de perspectivas con analogías de bajísima calidad, se cuestionó sin fundamentos mi habilidad para seleccionar materiales didácticos (quedó claro que nunca revisaron el cuadernillo didáctico que yo preparé a principio de año), y se me interrumpió cada vez que yo quería dar mi opinión, sino que, lo que es peor , se negó la existencia de un plan sistemático para la eliminación de opositores y opositoras de todo tipo durante la dictadura. No conforme con eso, la directora Verónica Greene llegó a afirmar que Hitler al principio había hecho las cosas bien, y que luego, enceguecido por el poder, había cometido algunos errores durante la guerra. En mails subsiguientes, a pesar de que yo propuse sumar material audiovisual producido y distribuido por el propio gobierno dictatorial, se me indicó que el problema estaba en lo que yo dijera sobre esos materiales, que debería seguir precisando mi enfoque sobre el tema. Quedó claro, por si hacía falta, que el asunto no era un problema de utilización de metodología (utilizar diferentes fuentes), sino de carácter político: pretenden que se enseñe una defensa del terrorismo de Estado.
Finalmente, tres días después del recién citado mail, fui comunicado de mi despido en forma telefónica el 29 de noviembre, a pesar de haber sido previamente convocado a “dialogar” el día lunes 2 de diciembre. En dicha reunión, Greene y la sra. Vinardell comenzaron reconociendo la desprolijidad de su accionar, exculpándose en la “velocidad de los hechos de los últimos tiempos”. Pero luego, para mí sorpresa, adujeron que la causa de mi despido se debía a un problema con el enfoque dado a una materia de un curso diferente al de los hechos discutidos, materia que dicto hace dos años, y sobre la que no había recibido más que un mínimo comentario a lo largo de dicho lapso. Plantearon que mis clases no permitían a los alumnos desarrollar habilidades de comparación, contrastación y pensamiento crítico, comentario otra vez completamente infundado, pues tengo materiales, planificaciones, apuntes, testimonios de estudiantes, colegas e incluso autoridades de otros colegios que pueden dar prueba de lo contrario.
De más está decir que el despido no tiene ningún tipo de justificativo real, y la fecha elegida es simplemente para ahorrarse unos cuantos pesos en la indemnización que corresponde a una desvinculación sin causa. Adicionalmente, mi despido no me afecta solamente a mí, sino que atenta contra el derecho de las y los estudiantes a una educación comprometida con la Memoria, la Verdad, la Justicia y los Derechos Humanos, pues se pretende reemplazar una perspectiva fundamentada en investigaciones históricas, antropológicas y de demás disciplinas, por la visión personal de la dueña de la escuela.
Por todo lo expuesto, y con la asistencia de mi abogada, la Dra. Yamila Cirigiliano, estamos solicitando la reincorporación inmediata en mi cargo, con la antigüedad correspondiente; y en caso de negativa, avanzaremos con medidas legales de mayor peso.
Para cerrar, quiero parafrasear a Rodolfo Walsh a quienes lean esta carta que reproduzcan esta información y la hagan circular por los medios a su alcance, pues su poder se basa en nuestro silencio, miedo e incomunicación. Al escribir y contar eso siento la satisfacción moral de un acto de libertad, verdad, y reparación simbólica.
Matías Halpin,
20 de de diciembre de 2019
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