CON UN PRESIDENTE VIOLENTO NADA TERMINA BIEN

En un sistema democrático y republicano el presidente tiene la máxima responsabilidad política de lo que suceda con su población en su territorio, y debe ser quien más respete las leyes y mantenga la calma ante las tensiones y conflictos que se manifiestan, especialmente en la calle.

El cansancio, la frustración y un sector importante el  odio al peronismo, ahora expresado en el Kirchnerismo, llevó a la mayoría de la población a elegir como presidente a Javier Milei.

Quienes lo votaron sabían que era un personaje con lenguaje violento y con un evidente desequilibrio, lo cual era un enorme riesgo para un país con una crisis tan profunda, como la que vive la Argentina.

En estos últimos años personas moderadas,  más o menos preocupadas por las formas de la democracia están decidiendo tolerar acciones del gobierno que debilitan el sistema democrático para que “no vuelvan los K”, lo cual termina siendo, como se dice popularmente, un tiro en el pie.

En notas previas de la Agencia La Barriada sosteníamos que Milei y sus ideas ponían en riesgo la democracia y lectores con buena fe nos decían que estábamos exagerando… quizás es momento de analizar aspectos centrales del accionar del gobierno para entender porqué sostenemos que el gobierno de La Libertad Avanza es un peligro para la democracia.

Desde la recuperación de la democracia el 10 de diciembre de 1983 ningún presidente de forma clara y continua sostuvo que «quienes se oponen a él, son enemigos”… esa diferencia es clave para entender porque la lógica represiva adquiere formas que atentan contra la democracia como nunca desde 1983.

En el día de ayer, en La Nación + la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich ante la afirmación de Luis Majul de que había un periodista gravemente herido sostuvo «no es periodista es empleado de la municipalidad de Lanús y Kirchnerista», es decir que lo que la ministro dijo entre líneas, es que el que piensa distinto es enemigo y sufre las consecuencias. La lógica del “subversivo” y la doctrina del enemigo interno, volvió con más fuerza que antes.

El último periodo histórico donde se empezó a construir la idea de los enemigos internos comenzó en 1974 y terminó con un baño de sangre en la dictadura.

Un presidente que sostiene «que hay que terminar con los zurdos de mierda» lo cual incluye a personajes tan diversos como Horacio Rodríguez Larreta, los periodistas Alconada Mon, Longobardi y todo político, artista, periodista que discuta sus medidas económicas, está habilitando que personas como Pablo Grillo puedan ser asesinadas con total impunidad.

Ayer el camión de gas hidrante que con un parlante decía “vengan zurdos”, y es una muestra de una Argentina que entra en una deriva autoritaria con un final de consecuencias  impredecibles.

A la violencia desbordada frente a la protesta se suma un presidente dispuesto a gobernar por decretos, designar jueces de la Corte Suprema o pretender aprobar el acuerdo con el FMI sin pasar por el Congreso, son hechos muy graves que dañan gravemente la democracia.

Para justificar la violenta represión el  gobierno sostiene que hubo un intento de golpe de estado organizado por el Kirchnerismo, no hay una sola prueba que demuestre semejante afirmación pero la construcción de un enemigo es la estrategia gubernamental.

Las nuevas ultraderechas están queriendo construir democracias limitadas, mantener el voto cada dos años pero «podar todos los aspectos democráticos que molesten a estos gobiernos autoritarios» ese    es el modelo de Hungría, Polonia y la nueva aliada del presidente la Rusia de Putin.

El presidente comenzó su mandato con prácticas autoritarias y rápidamente van creciendo sus prácticas políticas con pinceladas fascistas, es necesario que la sociedad ponga un límite a esta deriva autoritaria o el aparato estatal profundizara la idea de eliminar al enemigo y por nuestra historia, ya sabemos como termina eso.


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