CARTA ABIERTA DE JULIETA SALVATIERRA AL INTENDENTE ANDRES WATSON

Andrés Watson, intendente de Florencio Varela.

Nuestro intendente.

Ustedes se preguntarán: ¿este personaje, ante la tragedia de Paloma y Josué, se nos acercó?

La respuesta es muy simple: no.

Uno esperaría que, ante una tragedia tan espantosa y dolorosa, nuestro intendente tomara cartas en el asunto, que al menos se hiciera presente, que pusiera su cargo y su estructura al servicio de la causa de Paloma y Josué. Pero la realidad es que no lo hizo.

Lo único que hizo fue encargarse de cubrir el entierro lo más rápido posible para que los chicos fueran enterrados cuanto antes y así dejar de «mancharle» su imagen.

Parece que se olvidó que Paloma y Josué eran dos adolescentes de Florencio Varela, ciudadanos del distrito que él gobierna.

Él no se nos acercó, pero mandó a sus trabajadores a tratar de comprarnos el silencio. Nos ofrecieron trabajos a todos: a mi papá, a mi hermano y a mí.

Un trabajador de Defensa Civil nos ofreció trabajo mientras aún llorábamos la muerte de los chicos. A mi hermano mayor le dijo:

“Preparate un currículum y vemos a dónde te podemos enganchar. A tu viejo también.”

Y a mí me golpeó el hombro y me dijo:

“Vos quedate tranquila, primero los hacemos entrar a ellos dos y después, cuando pase un poco el tiempo, te hacemos entrar a vos.”

Así, tal cual se los cuento.

Ustedes pensarán que es mentira, pero así opera esta gente, creyendo que con un trabajo o un beneficio pueden comprar el silencio.

Como si Josué y Paloma no fuesen nada.

Mandaron a una puntera política, una mujer que tiene una cooperativa en la que mi viejo estuvo trabajando en el pasado. Se nos acercó con la excusa de darnos el “pésame”, pero la realidad es que solo vino a apurar el entierro de Josué. A mi hermano mayor y a mí nos perseguía por toda la casa, insistiendo en que fuéramos cuanto antes a la comisaría, que reconocieramos el cuerpo en la morgue, que ya había una cochería lista, que ya sabían qué cajón le iban a dar, dónde lo podíamos velar, y hasta a qué cementerio lo iban a llevar. Que nos nos preocupemos de nada que lo cubría el intendente. Todo para que Josué fuera enterrado lo más rápido posible.

En un momento, ese mismo día, mi papá se quebró y empezó a llorar sin parar. Esta mujer le dijo: “Josué va a tener un cajón forrado por dentro con una placa de aluminio por el estado del cuerpo”. Mi papá, entre lágrimas, le respondió: “Yo no quiero saber qué le hicieron ni cuándo se lo hicieron”. Y ella, sin dudarlo, le dijo: “Los mataron el mismo día por el estado de descomposición del cuerpo y como estaban”.

Cabe destacar que esta mujer era solo una coordinadora del programa Potenciar Trabajo. No era ni policía, ni forense, ni fiscal. Sin embargo, manejaba información que nadie más sabía hasta ese momento. Y todo esto lo dijo al día siguiente de que encontraron a los chicos sin vida. En pocas palabras: fue mandanda para apresurar todo.

También llovían asistentes sociales por todos lados, llamando a mi familia, ofreciéndonos de todo: una casa, una vida nueva. Todo con tal de darnos algo y que nos callemos.

Después de que con mi papá hicimos una nota pública denunciando lo que pasó y exponiendo a Watson, el tipo desapareció.

Una semana después intentó volver a contactarse, pero no con mí papá ni conmigo, el estaba buscando a mi hermano mayor para ofrecerle trabajo. Quería una entrevista cara a cara con él. Así como lo llamaron, mi hermano les cortó el teléfono.

Porque el silencio y la justicia no se compran con un trabajo en el municipio ni con bienes materiales.

Nada nos va a devolver a nuestros chicos.

Pero esta gente está acostumbrada a silenciar a la gente dándoles algún bien para que no les hagan mala imagen.

Cuando la gente salió a la calle a pedir justicia por Paloma y Josué, mientras nosotros ni siquiera podíamos pararnos del dolor, también intentaron callarlos ofreciéndoles trabajo para que dejen de reclamar.

Y tan solo a unos días de que aparecieran los cuerpos de los chicos, Andrés Watson fue a la comisaría cuarta de Bosques una comisaría que se cae a pedazos , a entregar equipos nuevos.

Así de cara rota es el tipo.

El municipio actuó en tiempo récord para cortar el pasto de la zona, instalar luces, cámaras, bancos y presencia policial… pero solo en ese entonces, porque estaba lleno de cámaras de televisión.

Apenas se apagaron las cámaras, nadie más cuidó ese lugar y todo volvió a ser como antes.

Esta es la otra cara de Florencio Varela, la que nadie quiere mostrar.

La de los que se ponen la camiseta de la justicia y de un futuro mejor, pero no les importamos en lo más mínimo. Watson se saca fotos con niños de escuela, pero se olvida de dos adolescentes que iban al secundario y tenían una vida normal sin molestar a nadie,que vivían para la casa,el estudio y sus familias, y un día les arrebataron la vida de la peor manera.


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