La historia de Mirta Rojas es oscura por donde se la mire y está plagada de dudas.
Militó y milita hace años en el Movimiento Libres del Sur que, en teoría, cuenta con posturas progresistas. No obstante, las conductas de Rojas demuestran totalmente lo contrario a aquello que dice representar y a lo que dice pertenecer.
Cuando fue condenada por el Juzgado Correccional 1 por golpear brutalmente a una trabajadora comunitaria estuvo acompañada por la Coordinadora Nacional de Libres del Sur Silvia Saravia, ¿ésta no sabía quién es este personaje llamado Mirta Rojas?
Durante 12 años tuvo una convivencia con los jefes policiales que la custodiaron día y noche de modo ilegal, ¿nadie en el poder político se preguntó por qué?
Su abogado en las diferentes causas es nada más ni nada menos que el miembro del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) Guillermo Baque, ¿cómo le paga la condenada sus honorarios sí ella dice vivir de un plan social?, ¿quién pone el dinero del costoso abogado?
En la investigación penal por trata contra el Concejal Daniel Zisuela las víctimas la mencionan como parte de la trama mafiosa y el Fiscal Daniel Ichazo la elevó a juicio.
Justamente, en la denominada causa “Zisuela 2” irá a juicio junto a sus amigos Franco Risso e Isabelino Barraza (ambos funcionarios municipales). La imputación fue confirmada por la Cámara Penal de Quilmes.
Por otro lado, en las últimas semanas y desde sus estados de WathsApp, llamativamente mencionó con sus iniciales a los jefes policiales de Florencio Varela a quiénes adjudicó diferentes delitos y anunció que iban a suceder cosas.
Y el día de ayer, viernes 22 de agosto alrededor de las 23 hs., comenzó a llamar a teléfonos particulares de autoridades policiales diciendo que habían baleado su casa, pero al 911 llamó mucho después ¿Por qué lo hizo?
El lugar que Mirta Rojas dice que recibió 6 tiros (cuando ella se encontraba en la planta alta del mismo) es un domicilio donde guarda la mercadería el Movimiento Libres del Sur y tiene importantes cámaras de seguridad que “casualmente” justo estaban apagadas. Por ello los trabajos investigativos de la Policía Bonaerense (ordenados por el Fiscal Pagliuca con respecto a mirar esas cámaras de seguridad) no están dando resultados.
Además, la casa en cuestión está en una calle de tierra deteriorada donde los autos pasan lentamente y ningún vecino oyó ni vio una moto o auto huyendo a toda velocidad, a la hora que ella señala.
El relato de Mirta Rojas no encuentra sustento técnico ni testimonial por lo cual crece la certeza de que no fue un ataque externo contra su persona.
Cámaras de seguridad apagadas, vecinos que no vieron ni oyeron nada, cámaras municipales que no registran nunca nada sospechoso y un fiscal criterioso que, ante un relato tan improbable, se negó a poner «custodia fija» (a pesar de que la condenada Mirta Rojas lo exigió a los gritos) forman parte de un escenario insólito y llamativo.
Algo parece que no cuadra… como suele suceder con todo lo que rodea a la condenada Mirta Rojas.
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