Archivos de una burocracia del mal

“Hay que exigir políticas públicas archivísticas en las propias instituciones. En materia archivística hay mucha deficiencia, no hay formación y muchas instituciones no cuentan con especialistas”, planteó, en entrevista con FM La Barriada, Julieta Sahade, directora de Gestión y Preservación de Archivos de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM).

“Puede haber un archivo buenísimo, pero si no se establecen políticas de difusión, la democratización es muy compleja”, manifestó.

En este sentido, explicó que uno de los fondos documentales más relevantes “por su volumen y significación” que tiene la CPM es el de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPPBA), que había sido creada en 1956 y fue cerrada en 1998 en el marco de una reforma policial.

“La Cámara Federal de Apelaciones de La Plata entendió que esa documentación era muy valiosa para los Juicios por la Verdad. Se intervino sobre ese fondo documental y el 2000 fue cedido a la CPM, al igual que el edificio con el objetivo de convertirlo en un centro abierto a la consulta”, relató.

“Tanto en el ´98 cuando se cerró la DIPPBA como en el 2000 cuando se lo cedió a la Comisión, había una sociedad que reclamaba la apertura de los archivos. En ese momento e incluso hasta la actualidad había muchas expectativas puestas sobre esa documentación, un imaginario sobre el archivo del terror y la represión”, resaltó.

“Una función central de la gestión del archivo fue tratar de entender esa documentación para que las expectativas pudieran ser reales, y también contar realmente qué tipo de información había”, manifestó.

Al respecto, puntualizó que en un comienzo predominaron las consultas vinculadas a la década del 70, pero destacó que también en el archivo de los años 1956 y 1998 hubo misiones y funciones de la DIPPBA que por medio de herramientas archivísticas sirvieron como documentación probatoria de los procesos de la resistencia peronista y de casos de gatillo fácil en la década del 90.

“Son archivos de una burocracia del mal, que fue distinta en los 50 y en los 90. Toda gestión de archivo implica hacer un relato de la institución y entender la documentación en su totalidad”, indicó.

“Poder comprender y mirar esa documentación en su totalidad -y no solamente a partir de preguntas puntuales- permitió democratizar y entender que hay mucha amplitud temática”, aseguró.

Además, insistió en la “necesidad de la difusión”, para que los archivos “no queden en un fondo cerrado” para investigaciones puntuales, sino que “se abran y se democraticen”.

Foto: Comisión Provincial por la Memoria


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