La relación entre Julio Pereyra y Andrés Watson pasa por su peor momento y la tensión entre el conductor del peronismo varelense y el candidato a intendente se hace evidente.
El deterioro del vínculo entre Pereyra y Watson es tal que se hace notorio hasta en las caras de desagrado del primero ante cada discurso del candidato a intendente en los diferentes actos públicos.
El problema central es la manera en que cada uno ellos se concibió en esta etapa política. Pereyra se siente dueño del poder absoluto del PJ local y designó a Watson a cargo de la intendencia como un empleado caracterizado que debía obediencia ciega y consulta permanente al conductor. Mientras que Watson se imaginó que lentamente Pereyra se iría retirando de la política diaria y que la biología haría el resto, pero Don Julio a pesar de algunos achaques de salud importantes continúa al mando del PJ.
Cuando se armaron las autoridades del Consejo del Partido Justicialista Pereyra dejó en claro que era el conductor, pero además una mayoría abrumadora le respondía quedando Watson en una escuálida minoría. Este escenario no es menor ya que este espacio es donde se arman las listas de las elecciones. Cuando llegó el momento de armar listas Pereyra barajó otras posibilidades en cuanto a la candidatura a intendente como Arnaldo Medina, su hija Lucrecia o Macarena Kunkel pero ninguna podía imponerse a un Andrés Watson que le comunicó que sería candidato a intendente.
Esa decisión de Watson comunicada al conductor fue el detonante para empezar a pensar el plan B, ante la imposibilidad de impedir su candidatura Pereyra armó una lista oficialista con mayoría de leales y un par de listas opositoras con aliados por si hiciera falta.
Ante esa jugada del conductor del partido Watson estaba convencido que una muy buena elección en las elecciones PASO sería el mejor antídoto para que Pereyra y sus acólitos no pensaran en su destitución. Pero el resultado de las elecciones PASO fue el peor del peronismo desde 1983 y el no voto mas el voto en blanco superó el 50 % del padrón, claramente fue la respuesta de la ciudadanía al sistema armado por Julio Pereyra que incluye a Andrés Watson.
Rápidamente el conductor hizo responsable a Watson y su círculo de confianza y se instaló en la sede del Consejo de Partido Justicialista donde recibió a la totalidad del variopinto sistema político justicialista con quienes diseñó la nueva etapa de la campaña.
En la gestión que termina, Andrés Watson tuvo algún tibio intento de autonomía al restarle obras públicas a Chicho Basile, jubilar algún pereyrista como Jorge De Rosa y decirle que no a alguna orden de Pereyra en cuanto a qué funcionario nombrar o echar, muy poco pero suficiente para despertar la furia del conductor.
A Watson lo rodean un puñado de leales que según una integrante de la vieja guardia no son peronistas, algún movimiento social aliado y un par de concejales, además de un puñado de funcionaries que al día de hoy son leales.
Julio Pereyra sabe por experiencia propia que en el peronismo quien sede la conducción automáticamente sufre el destierro, él se lo hizo a Julio Carpinetti y no está dispuesto a caer en ese error.
Otro dato a tener en cuenta es la trama opaca de negocios ilegales que recorren nuestra ciudad y que mediante un complejo sistema de acuerdos entre algunas autoridades policiales, operadores judiciales y delincuentes de diferente monta garantiza la paz de los centros urbanos de la ciudad. Realidad paralela manejada por Julio Pereyra que es una amenaza para la gestión municipal.
Esta realidad política compleja ideada y coordinada por Julio Pereyra donde los socios fueron corridos de la escena política por la biología es claramente una bomba de tiempo que está viendo un final de época con diferentes alternativas.
Si Watson lograra derrotar en la pulseada a Julio Pereyra debería conducir o destruir la trama mafiosa con vida propia que excede por mucho gestos como quitarle unos contratos a “Chicho” Basile. Quienes conocen a Watson en la intimidad sostienen que no tiene el temperamento para combatirlos ni le da el estómago para conducirlos, en ambos casos el futuro es complejo.
Si el creciente rumor de que el próximo año a caballo de alguna crisis institucional Pereyra se cargaría a Andrés Watson y a su hombre de confianza en la línea sucesoria Cristian Rodríguez para que Laura Ravagni sea intendenta estaríamos ante los últimos años de un sistema mafioso el cual puede estallar de decenas de bandas con una mezcla de política y negocios turbios cuando Pereyra no sea el conductor.
El sistema construido por Julio Pereyra también se inventa la oposición por lo tanto libertarios y amarillos serán aliados de Julio Pereyra en el Concejo Deliberante si el golpe institucional es necesario ante el fracaso de la persuasión que convenza a Andrés Watson de, en el mejor de los casos, partir hacia algún cargo provincial.
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