Orgullo insurrecto

Revolucionar las calles, disputar el espacio público, desafiar el régimen de heterosexualidad obligatoria.
Un orgullo que incomoda, que no se conforma con la falsa inclusión del capitalismo rosa, esa que pregona cuerpos hegemónicos: blancos, ricos, delgadxs.


Un orgullo rebelde que reivindica su «derecho a ser monstruo», mutar y explorar.
Un orgullo insurrecto, que demanda los mismos derechos para todxs, que sigue peleando por el cupo laboral trans aprobado pero no implementado.
Un orgullo insurgente que denuncia el dolor de  cuerpos marcados por el odio, la violencia y la discriminación.
Un orgullo sobreviviente de cuerpos precarizados, agotados, marginales, que no se rinden y le reclaman hormonas, reactivos y medicamentos para el VIH a un gobierno que lxs ajustó de las formas más crueles durante cuatro años.
Un orgullo que duela a las 63 travas y trans asesinadas por el Estado en lo que va del año, que no logran superar la barrera de los 35, producto de la exclusión social y la violencia institucional que las condena a muertes evitables. Ser lesbiana, bisexual, gay, travesti, trans, no binarie, queer es un acto político que cuestiona las normas establecidas, revoluciona el sistema binario de género, desafía los modelos tradicionales y excluyentes de familia y crea otras formas de deseo y afectos.
Marchan despiertxs, organizadxs, en alerta, tejiendo redes, construyendo estrategias colectivas para no retroceder en ninguna de las conquistas ya alcanzadas y seguir luchando por las que faltan.
Todo eso también es la marcha. Toda fiesta es política.

Fuente: Revista Citrica

Fotos: Foto Viojf


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