LOS CONCEJALES OPOSITORES, UNA LARGA HISTORIA DEL PACTO CON EL GOBIERNO MUNICIPAL

Con la llegada al gobierno municipal  de Julio Pereyra en 1992, en Florencio Varela se puso en marcha un sistema de cooptación de la oposición que con el paso de los años se fue consolidando.

En los comienzos del gobierno el pacto se dió con la mayoría del radicalismo, donde la injerencia de Julio Pereyra llegó a financiar campañas políticas, poner dinero y recursos para que la interna del radicalismo la ganen sus aliados. Esa práctica fue garantizando que los futuros concejales fueran obedientes ante el poder ya que, una vez que asumian su banca, comenzaba una  etapa que era acordar qué decir y cómo decirlo, para no afectar los intereses de Julio Pereyra. A esa estrategia se sumaron los «nuevos opositiores» del FREPASO y el MODIN que rápidamente entendieron cómo funcionaba el pacto.

Ese «pacto» tuvo nombres y apellidos centrales, desde el radicalismo Fito Calvi, Gustavo Armendáriz, Jorge El Toro Giménez, Daniel García, Julio «Pando» Albornoz, María Ester Manzur; desde el MODIN fueron Carlos Fortino, José Chagaray; y desde el FREPASO Luis Piccoli, Teresa Barrios y José Quilapan que, con diferentes niveles de acuerdo, fueron rompiendo la idea de «gobierno y oposición».

A fines de los años ‘90 este Pacto se profundizó junto a la crisis económica y muchos concejales opositores empezaron a preguntarse ¿Qué hago cuando se me terminen los cuatro años de mandato?  ¿Cómo sobrevivo?. Es entonces cuando el Pacto fue adquiriendo nuevas formas. A finales de 1995 era un problema qué hacer con Jorge «el Toro” Giménez, que finalizaba su mandato y ahí surgió una gran idea: crear el Defensor del Pueblo de Florencio Varela .

Fruto del acuerdo de un sector del radicalismo, un sector del FREPASO y el PJ se votó a Jorge «el toro» Giménez como Defensor del Pueblo (UCR), a Roberto Ranno  (UCR) y a Mirian Soria (FREPASO) como adjuntos; más algunos empleados. Por supuesto que solo era caja política porque nadie defendió al pueblo .

Para el MODIN, el Partido de los militares cara pintadas, se creó la Delegación Municipal del Cruce Varela y asumió como delegado Carlos Fortino que había terminado su mandato y precisaba un sueldo.

Eran tiempos dónde todavía daba un poco de vergüenza terminar el mandato de concejal opositor y pasar a ser empleado o funcionario municipal de Julio Pereyra pero el paso de la biología hizo que muchos ex concejales empezarán a pensar en la jubilación futura y entonces, la poca vergüenza que quedaba, se cambió por cargos que garanticen aportes jubilatorios.

Ahí la lista de ex concejales que asumieron que nunca fueron opositores sino fervientes pereyristas es larga… asumieron de funcionarios Rodolfo «Fito” Calvi (quizás el personaje más flexible de principios) Gustavo Armendáriz, Jorge “El Toro” Giménez, Antonio Dicostanzo, Edgardo Nariano, Mara Esther Manzur, Mariel Rosales, Sonia Díaz, Carlos Fortino, Jose Chagaray y una larga lista de ex concejales como empleados municipales.

Las últimas dos décadas con la, casi, desaparición de la UCR, Julio Pereyra se dedicó a colonizar las nuevas alternativas opositoras y fue nutriendo las listas de viejos militantes del PJ que «decían ser opositores”, y asi aparecieron los Dardo Otonello, Gualberto “el pájaro” Ríos, Mario Kanashiro, Marcela Ochs, Diego Giménez, “Chamuyo” Taborda además de otros personajes menores que solo podían ser empleados municipales de poca monta al finalizar sus mandatos.

Un capítulo aparte merece el FREPASO que fue parte activa del pacto y se dividió entre los que tenían un poco de vergüenza de que la ciudad se de cuenta del Pacto con Pereyra, y los que la perdieron y públicamente se hicieron pereyristas; entre ellxs,  el actual Juez de Paz, ex concejal del FREPASO, al finalizar su mandato dejó la política y eligió una vida acomodada en la justicia;  asi tambien el actual Presidente del Concejo Deliberante, Gustavo Rearte que se sumó directamente al PJ.

El sector del SUTEBA mantuvo los acuerdos tratando de que nadie se de cuenta (aunque era notario) hasta que hace años asumieron su «pereyrismo» de modo público y hoy, son parte de la trama de poder local.

Pero los últimos años, los concejales electos degradaron la política de modo brutal, los supuestos  opositores ya ni siquiera intentan «hacerse los opositores», solo guardan silencio esperando a que al fin de su intrascendente mandato, el gobierno municipal les de un puesto desde donde acumular años para la futura jubilación.

La ruptura del contrato electoral por parte de fuerzas políticas opositoras, salvó algunas excepciones, es el motivo del creciente voto en blanco, la no concurrencia a votar y un daño irreparable a la democracia.

Los actuales concejales opositores son una mezcla de gente que busca empleo, otros que usan el cargo para intentar sobrevivir en su estructura política y algunos suman años para su jubilación, un espectáculo patético de una pobreza intelectual nunca vista.

Mientras tanto la ciudad de Florencio Varela vive una crisis de transporte, salud, de seguridad, una creciente corrupción en el municipio y un financiamiento millonario de la política que nadie puede explicar.


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